Comentario
En Esparta, la figura de Brasidas se vincula a una reacción que lleva la contraofensiva primero a Mégara, donde hace fracasar los intentos atenienses por controlarla de nuevo, y luego al norte, a Tracia, para atender la llamada de algunas ciudades que, con el apoyo de Perdicas de Macedonia, trataban de liberarse del imperio ateniense. Naturalmente, las posturas internas no eran unánimes, pero la ocasión representaba una oportunidad notable para obstaculizar los principales recursos del imperio ateniense, en minas y madera. La expedición lejana obligaba a una transformación en el plano social, por lo que Brasidas procede a integrar a los hilotas en su ejército, en lugar de la condena y desaparición que anteriormente habían aplicado contra los que consideraban aspirantes al cambio de situación social. Habían matado a dos mil y ahora transforman a setecientos en hoplitas, a los que se suma un ejército mercenario. Esparta va a poder acceder al uso de una flota, con madera del norte y remeros libres pagados con plata.
En el invierno de 424-23 tuvo lugar la rendición de Anfípolis y otras ciudades en que los espartanos recibían el apoyo de las minorías enemigas de Atenas. A partir de entonces se llega a una tregua, no cumplida por los mismos atenienses que la habían solicitado. Toman Escione, al sur de Palene, una de las tres penínsulas de la Calcídica, y Mende, por obra de Nicias que, a pesar de buscar la paz, sigue interesado en el control del norte del Egeo.
Se habla de problemas derivados de la falta de coincidencia de los calendarios de cada una de las ciudades griegas. Finalmente, en 422, Cleón ataca Anfípolis, donde mostró su carencia de cualidades para el manejo de los ejércitos hoplíticos. En la batalla murieron tanto Cleón como Brasidas, los dos máximos promotores de una estrategia agresiva en estos momentos.